Bodegón EL CHARITO
Es un lugar casi primitivo. Un bodegón con toda la esplendidez de que son sus gentiles y expertos fundadores. No hay lujos. Hay sencillez (no simpleza) y una calidez humana que lo colma tanto como los menús que ofrece este local ubicado en Luis Sáenz Peña entre Belgrano y Venezuela.
Lo ubica con facilidad. Pregunta a las actrices, actores, directores y maestros profesionales de la Galería Meridon, Venezuela 1549, Monserrat y ellos le indican cuál el lugar prometedor de amenidad, buen vino y comida como en casa. Son de la familia (esa clase de familia –no sanguínea- que dura tanto o más que la conocida mundanidad del mentado hogar de clase media). Como escribió el dramaturgo Nahuel Cano, asiduo concurrente a lo primero que impresiona es la generosidad de sus dueños: uno se sienta a la mesa y es recibido con una tortilla de papa como entrada y un escabeche de berenjenas como pocas veces ha probado.
Los simpáticos mozos le anuncian que “la cocina nunca cierra” (y es verdad. Están a su disposición hasta entrada la madrugada, con el perfume del vino de la casa y el sabor de las recetas de porciones siempre presentadas abundantemente.
Recomendamos unas empanadas de carne jugosas, el pollo al ajillo exactamente cocido y unas milanesas cuyos secretos no requieren develarlos.
¡Ah! Y no se olvide la cerveza Salta negra. Sensual, deleitable y capaz de hacerle recitar poemas escondidos en su alma de bardo soñador.
De paso, está la Galería Meridon, con sus pectáculos teatrales de primera, algunos gratuitos y la lista de clases de arte ofrecidas con el amor que sólo los verdaderos artistas saben transmitir.
Es un bodegón donde no hay que hacer reservas. Y donde los precios por personas son lo adecuadamente satisfactorios en estos tiempos donde lo ingrato es el dominante a la hora de abonar la cuenta.
No lo olvide. No arriesga nada. Es una promesa de buen comer combinada con invitaciones a eso que se llama arte.
Que lo diga el dramaturgo Cano.
HERNANDO HARB
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